En algún lejano
lugar
"Imaginaba que era un pirata cuando jugaba con su espada de madera cuando era un niño. Valandil
escuchaba embobado las historias que su abuelo le contaba. Le hablaba de seres
imaginarios increíbles... Le contaba las peripecias de piratas en los mares del
sur, de egipcios construyendo enormes pirámides, de humanos que vivían en un
lejano país... Su abuelo le contaba historias increíbles, y él soñaba con vivir
alguna de aquellas aventuras, porque sabía que no podría hacerlo nunca...
Ahora, Valandil Tinúviel tenía 29 años, y las leyes de los elfos le obligaban a
casarse antes de erigirse como rey. Era una ardua obligación, puesto que no
hallaba la elfa perfecta a la que pedir en matrimonio. Todas estas confidencias
las compartía con la única persona en la que confiaba plenamente, Isil, su
mejor amiga. Isil Tasardur tenía 19 años. Era hija de un siervo de su padre. De
niños habían estado juntos y siempre había estado a su lado en los malos
momentos. El padre de Isil luchó por darle a su hija todo lo que pudo. Tuvo una
buena educación y casi sin que se diese cuenta se convirtió en una hermosa
joven.
Valandil e Isil habían descubierto muchas cosas juntos y habían aprendido el
uno del otro. A Valandil le encantaba la forma de ver la vida de Isil y a ella
le gustaba lo imaginativo que podía llegar a ser él. Ahora Valandil tenía que
escoger esposa y sabía que tendría que alejarse de ella para siempre, y eso le
llenaba de tristeza. No quería hacerle daño ni verla sufrir, así que poco a
poco fue cambiando su actitud con respecto a ella. Isil notaba que él había
cambiado. No por su forma de actuar, sino porque ya no estaba aquel brillo en
sus ojos, aquel brillo que tenía de niño cuando soñaba que era un legendario
pirata. Algo en él había cambiado y no quería compartirlo...
A falta de una semana del anuncio de su compromiso, Valandil se sentía
acorralado. No sabía que hacer y pensó que la única solución era huir, así que
esperó a que anocheciese para que la oscuridad fuese su amiga. Se puso unos
ropajes viejos de uno de los sirvientes del palacio y salió a escondidas. Pasando
por los jardines escuchó un llanto y casi pudo asegurar que era la dulce voz de
Isil la que lloraba sin hallar consuelo. No podía irse sin saber si aquella era
ella, y si lo era, necesitaba conocer la razón... Se acercó silenciosamente a
la elfa, que temblaba inclinada ante la majestuosa fuente que presidía el
jardín. Y ella se asustó al notar la presencia de aquel extraño.
-¿Quién eres?
-¡Qué importa eso Isil! - dijo disimulando la voz. - Dime porqué lloras. Cuál
es el motivo por el cual derramas tus lágrimas.
-El amor... El amor es el dueño de todas ellas y por ese mismo amor las ves
caer...
-¿El amor? - dijo él tristemente. - ¿Quieres decir que el amor ha conquistado
tu corazón?
-Sí, pero es un amor prohibido, que no puede ser... El amor que más duele, ese
que das sin esperar nada a cambio.
-¿Y el sabe lo que sientes? Seguro que lo daría todo por estar contigo...
Cualquiera lo haría...
-No puedo decírselo... ¡No puede saber lo que siento por el jamás! Además
mañana contraigo matrimonio. Un matrimonio concertado por mi padre, con alguien
a quien no amo...
-¿Cómo puede tu padre hacerte esto? ¿Y quién es el cobarde que te toma por
esposa sin tu consentimiento?
-Aegnor Súrion... Siempre me quiso... Es rico y mi padre pensó que él podría
darme una mejor vida...
-Así que él es el que te separa de tu amado.
-Sí, Aegnor Súrion es quien me separa de Valandil...
Entonces él se quedó sin palabras... No sabía que decir en aquellos momentos.
Ella le amaba, y él a ella, pero no sabía que podría hacer. Como ayudarla en
aquellos momentos...
-Tranquila Isil, el destino es sabio, y mañana estas lágrimas de tristeza se
tornarán de alegría, confía en mí...
-¿Que confíe en ti? Si ni siquiera sé quien eres...
-Lo sabrás en su momento...
Y desapareció de allí en la oscuridad de la noche. Isil se sentía reconfortada
tras haber hablado con aquel desconocido, y algo extrañada, porque le resultaba
curiosamente familiar... Por su lado, Valandil entró en el castillo a toda
prisa y mandó llamar a su consejero.
-Mi querido Orodreth Ciryatan. Me encuentro en una situación un tanto
complicada...
-Dime Valandil, ¿qué te tiene tan turbado?
-La mujer que amo se casa mañana con otro. No le ama a él sino a mí. Ese
matrimonio fue concertado por su padre y no sé que hacer para librarla...
-Muy simple mi querido Valandil... Eres el futuro rey, impide esa boda y di que
ella es tu futura esposa, que por eso no se puede casar con nadie más...
Pasaron toda la noche hablando y organizando un plan que culminó con la salida
a caballo de Alatáriël, la hermana de Orodreth, con la primera luz del alba.
Alatáriël llegó a casa de Erestor y llamó presurosa a la puerta.
-Mi señor, su hermano necesita de su ayuda inmediatamente.
-Cada día que pasa estás más hermosa mi querida Alatáriël - dijo mientras le
acariciaba dulcemente la mejilla.
-Erestor mi señor, este no es el lugar ni el momento indicado, su hermano le
necesita. Además recuerde que nuestro amor es secreto...
-Como deseéis Alatáriël.
Cada uno partió hacia su destino. Había mucho por hacer y poco tiempo antes de
que al fin saliese el sol... Alatáriël se presentó en casa de Isil como había
prometido a su amiga y la ayudó a prepararse para su boda. Por las mejillas de
Isil todavía podían adivinarse los surcos que las lágrimas habían dejado
aquella noche. Por otro lado, Erestor había ido a casa de Aegnor para
explicarle la situación y tratar de hacerle entrar en razón.
Unas
horas después, en la otra punta de la ciudad, Isil estaba a la puerta de
la iglesia, temblando. Sabía que su felicidad se terminaría cuando atravesase
el portón de aquella iglesia y con el último paso hacia el interior Alatáriël
pudo ver como se desvanecía la sonrisa de su amiga... Podía ver a su futuro
esposo de espaldas en el altar y con cada paso que daba sentía que estaba
matando a su corazón. Dirigió una mirada a Alatáriël, que le sonrió dulcemente,
aunque no entendía porque... Siguió su camino y vio allí también a Orodreth y
Erestor. ¿Qué hacían ellos allí? ¿Dónde estaba Valandil? ¿Le habría pasado algo?
Llegó al altar y bajó la mirada al suelo. No tenía fuerzas para nada más.
Entonces una mano se posó en su barbilla e hizo que levantase la vista
despacio...
-¿Creíais que iba a permitir que se borrara de sus ojos ese brillo tan especial?
- dijo Valandil sonriente.
-Pero, ¿cómo...?
-No digáis nada más mi señora. Anoche ya me lo dijisteis todo...
-¿Eras tú? ¿Y por qué me hablas ahora así? - preguntó sollozando...
-Porque así es como se le habla a una esposa, a mi esposa... Y espero que estas
lágrimas sí que sean de felicidad... - y la besó tiernamente en los labios.
Orodreth y Erestor se daban palmadas de aprobación por el buen término que
habían conseguido, pero Erestor casi no le prestaba atención. No tenía ojos
más que para Alatáriël, y se preguntaba cuando podría estar al fin con ella. Y
cuando ella pasó por su lado dijo muy débilmente como si hubiese leído sus
pensamientos:
-Algún día mi señor, algún día..."
*Frase de Oski.