miércoles, 27 de junio de 2007

CuentaCuentos nº 33 "En algún lejano lugar"

En algún lejano lugar
      
    "Imaginaba que era un pirata cuando jugaba con su espada de madera cuando era un niño. Valandil escuchaba embobado las historias que su abuelo le contaba. Le hablaba de seres imaginarios increíbles... Le contaba las peripecias de piratas en los mares del sur, de egipcios construyendo enormes pirámides, de humanos que vivían en un lejano país... Su abuelo le contaba historias increíbles, y él soñaba con vivir alguna de aquellas aventuras, porque sabía que no podría hacerlo nunca...

    Ahora, Valandil Tinúviel tenía 29 años, y las leyes de los elfos le obligaban a casarse antes de erigirse como rey. Era una ardua obligación, puesto que no hallaba la elfa perfecta a la que pedir en matrimonio. Todas estas confidencias las compartía con la única persona en la que confiaba plenamente, Isil, su mejor amiga. Isil Tasardur tenía 19 años. Era hija de un siervo de su padre. De niños habían estado juntos y siempre había estado a su lado en los malos momentos. El padre de Isil luchó por darle a su hija todo lo que pudo. Tuvo una buena educación y casi sin que se diese cuenta se convirtió en una hermosa joven.

    Valandil e Isil habían descubierto muchas cosas juntos y habían aprendido el uno del otro. A Valandil le encantaba la forma de ver la vida de Isil y a ella le gustaba lo imaginativo que podía llegar a ser él. Ahora Valandil tenía que escoger esposa y sabía que tendría que alejarse de ella para siempre, y eso le llenaba de tristeza. No quería hacerle daño ni verla sufrir, así que poco a poco fue cambiando su actitud con respecto a ella. Isil notaba que él había cambiado. No por su forma de actuar, sino porque ya no estaba aquel brillo en sus ojos, aquel brillo que tenía de niño cuando soñaba que era un legendario pirata. Algo en él había cambiado y no quería compartirlo...

    A falta de una semana del anuncio de su compromiso, Valandil se sentía acorralado. No sabía que hacer y pensó que la única solución era huir, así que esperó a que anocheciese para que la oscuridad fuese su amiga. Se puso unos ropajes viejos de uno de los sirvientes del palacio y salió a escondidas. Pasando por los jardines escuchó un llanto y casi pudo asegurar que era la dulce voz de Isil la que lloraba sin hallar consuelo. No podía irse sin saber si aquella era ella, y si lo era, necesitaba conocer la razón... Se acercó silenciosamente a la elfa, que temblaba inclinada ante la majestuosa fuente que presidía el jardín. Y ella se asustó al notar la presencia de aquel extraño.
 
    -¿Quién eres?
    -¡Qué importa eso Isil! - dijo disimulando la voz. - Dime porqué lloras. Cuál es el motivo por el cual derramas tus lágrimas.
    -El amor... El amor es el dueño de todas ellas y por ese mismo amor las ves caer...
    -¿El amor? - dijo él tristemente. - ¿Quieres decir que el amor ha conquistado tu corazón?
    -Sí, pero es un amor prohibido, que no puede ser... El amor que más duele, ese que das sin esperar nada a cambio.
    -¿Y el sabe lo que sientes? Seguro que lo daría todo por estar contigo... Cualquiera lo haría...
    -No puedo decírselo... ¡No puede saber lo que siento por el jamás! Además mañana contraigo matrimonio. Un matrimonio concertado por mi padre, con alguien a quien no amo...
    -¿Cómo puede tu padre hacerte esto? ¿Y quién es el cobarde que te toma por esposa sin tu consentimiento?
    -Aegnor Súrion... Siempre me quiso... Es rico y mi padre pensó que él podría darme una mejor vida...
    -Así que él es el que te separa de tu amado.
    -Sí, Aegnor Súrion es quien me separa de Valandil...
 
    Entonces él se quedó sin palabras... No sabía que decir en aquellos momentos. Ella le amaba, y él a ella, pero no sabía que podría hacer. Como ayudarla en aquellos momentos...
 
    -Tranquila Isil, el destino es sabio, y mañana estas lágrimas de tristeza se tornarán de alegría, confía en mí...
    -¿Que confíe en ti? Si ni siquiera sé quien eres...
    -Lo sabrás en su momento...
 
    Y desapareció de allí en la oscuridad de la noche. Isil se sentía reconfortada tras haber hablado con aquel desconocido, y algo extrañada, porque le resultaba curiosamente familiar... Por su lado, Valandil entró en el castillo a toda prisa y mandó llamar a su consejero.
 
    -Mi querido Orodreth Ciryatan. Me encuentro en una situación un tanto complicada...
    -Dime Valandil, ¿qué te tiene tan turbado?
    -La mujer que amo se casa mañana con otro. No le ama a él sino a mí. Ese matrimonio fue concertado por su padre y no sé que hacer para librarla...
    -Muy simple mi querido Valandil... Eres el futuro rey, impide esa boda y di que ella es tu futura esposa, que por eso no se puede casar con nadie más...
 
    Pasaron toda la noche hablando y organizando un plan que culminó con la salida a caballo de Alatáriël, la hermana de Orodreth, con la primera luz del alba.

    Alatáriël llegó a casa de Erestor y llamó presurosa a la puerta.
 
    -Mi señor, su hermano necesita de su ayuda inmediatamente.
    -Cada día que pasa estás más hermosa mi querida Alatáriël - dijo mientras le acariciaba dulcemente la mejilla.
    -Erestor mi señor, este no es el lugar ni el momento indicado, su hermano le necesita. Además recuerde que nuestro amor es secreto...
    -Como deseéis Alatáriël.
 
    Cada uno partió hacia su destino. Había mucho por hacer y poco tiempo antes de que al fin saliese el sol... Alatáriël se presentó en casa de Isil como había prometido a su amiga y la ayudó a prepararse para su boda. Por las mejillas de Isil todavía podían adivinarse los surcos que las lágrimas habían dejado aquella noche. Por otro lado, Erestor había ido a casa de Aegnor para explicarle la situación y tratar de hacerle entrar en razón.

    Unas horas después, en la otra punta de la ciudad, Isil estaba a la puerta de la iglesia, temblando. Sabía que su felicidad se terminaría cuando atravesase el portón de aquella iglesia y con el último paso hacia el interior Alatáriël pudo ver como se desvanecía la sonrisa de su amiga... Podía ver a su futuro esposo de espaldas en el altar y con cada paso que daba sentía que estaba matando a su corazón. Dirigió una mirada a Alatáriël, que le sonrió dulcemente, aunque no entendía porque... Siguió su camino y vio allí también a Orodreth y Erestor. ¿Qué hacían ellos allí? ¿Dónde estaba Valandil? ¿Le habría pasado algo? Llegó al altar y bajó la mirada al suelo. No tenía fuerzas para nada más. Entonces una mano se posó en su barbilla e hizo que levantase la vista despacio...
 
    -¿Creíais que iba a permitir que se borrara de sus ojos ese brillo tan especial? - dijo Valandil sonriente.
    -Pero, ¿cómo...?
    -No digáis nada más mi señora. Anoche ya me lo dijisteis todo...
    -¿Eras tú? ¿Y por qué me hablas ahora así? - preguntó sollozando...
    -Porque así es como se le habla a una esposa, a mi esposa... Y espero que estas lágrimas sí que sean de felicidad... - y la besó tiernamente en los labios.
 
    Orodreth y Erestor se daban palmadas de aprobación por el buen término que habían conseguido, pero Erestor casi no le prestaba atención. No tenía ojos más que para Alatáriël, y se preguntaba cuando podría estar al fin con ella. Y cuando ella pasó por su lado dijo muy débilmente como si hubiese leído sus pensamientos:
 
    -Algún día mi señor, algún día..."


    *Frase de Oski.

martes, 19 de junio de 2007

CuentaCuentos nº 32 "Ella es así"

Ella es así

    "La habitación del deseo... Al fin había llegado el momento de entrar en ella. Desde muy niña a Cleo le habían hablado de aquella habitación. Siempre le habían dicho que a los 21 años podría entrar en ella y desde niña anhelaba el momento en el que pudiese entrar en aquel cuarto... Ahora estaba frente a aquella puerta dorada y sabía que allí dentro todo sería distinto, y estaba deseando entrar ya, así que no se lo pensó más, abrió la puerta y se adentró en la sala.

    Había allí dentro una hermosa y mullida cama, un par de mesitas y una coqueta coronada por un majestuoso espejo y también había una confortable silla. No sabía cuánto tiempo estaría allí, pero era un lugar bonito y acogedor... No le importaba tener que estar allí no deseaba estar en ningún otro lado. Tenía muchas decisiones que tomar y aquella habitación le sería de mucha ayuda en aquellos momentos. Se tumbó en la cama y miró al techo. Un hermoso espejo tallado la miraba desde arriba y dejó volar sus pensamientos...

    Cerró los ojos, pensó en Julio y al abrirlos allí estaba él, a su lado... ¿Cómo sería su vida a su lado? Eso quería saber, si Julio podría hacerla feliz... Sintió el tacto cálido de sus manos sobre su cuerpo y toda su piel se contrajo con una descarga... Era dulce, suave, placentero... Cerró los ojos y pudo sentir como los labios de Julio subían desde su ombligo por todo su cuerpo y la hacían sentir un millón de cosas.

    Entonces aquellos labios se posaron sobre los suyos y notó algo diferente, y al abrirlos vio lo que temía... Allí ya no estaba Julio sino Marco... Ella creía que Marco sólo era un capricho pasajero, pero aquella habitación le mostraba que Marco era mucho más que eso, que era un deseo y se dejó arrastrar... Sabía que aquello no era real, pero no podía evitarlo, no sabía enfrentarse a él. Marco la besó con pasión y Cleo le correspondió con ardiente prontitud. Dejó que sus manos acariciasen su torso desnudo grabándolo centímetro a centímetro en su memoria... Los ojos de Marco se juntaron con los suyos y de sus labios carnosos salieron las palabras que tanto deseaba oír...

    -Te quiero...
    -Yo también te quiero...

    Y no pudo resistirse más... Se dejó llevar por completo por la lujuria y la pasión. Marco se recostó sobre ella, la besó muy dulcemente y mientras la miraba a los ojos la hizo suya por primera vez... Sus cuerpos eran como uno solo, parecía que se conociesen desde siempre... Después de aquello Marco se evaporó en el aire... Sólo era un deseo de Cleo, no había sido real, pero ella lo había sentido así y sabía que después de aquello nada volvería a ser igual, ni siquiera ella misma...

    Se levantó de la cama y se sentó en la silla frente al espejo. Se miraba distinta, aunque no sabía muy bien el por que... Entonces se vio de perfil y volvió otra vez con lo de siempre...

    -¿Y si mi nariz fuese más pequeña? Dios... Es que la odio... Seguro que sería más hermosa... Pero es que con esta nariz ¿a dónde voy? ¡Todo el mundo me recordará por tener la nariz más horrible del universo!

    Entonces alguien tocó a la puerta y Cleo salió de sus pensamientos...

    -Cleo hija, han venido a visitarte Julio César y Marco Antonio... Cleo, ¿me escuchas?... ¡Cleopatra!
    -¡Ya voy mamá! - Jolines, no se puede hacer nada en esta casa sin que vengan a molestarte...

    Y tiró al suelo un jarrón... Y así fue como Cleopatra, reina de Alejandría, fue conocida no sólo por su hermosa nariz, sino también por su mal genio...”


    *Frase de Patricia P.

miércoles, 13 de junio de 2007

CuentaCuentos nº 31 "Una sola realidad, dos versiones"

Una sola realidad, dos versiones

    “El gatito correteó juguetón entre sus piernas, y entonces me fijé en ella… Venía por la acera, en dirección contraria a mí… Lo primero en que me fijé fue en sus piernas gracias a aquel gatito. Unas largas piernas con paso firme que terminaban en unas caderas perfectas. Aquellas caderas daban paso a una estrecha cintura y a un montón más de curvas que culminaban en sus pechos. Al fin llegué a su cara, muy dulce, con la mirada perdida y sus labios carnosos pronunciaban palabras que yo no podía oír…

    Entonces pasó por mi lado y sus ojos entre verdes y castaños se clavaron en los míos. Un mechón de su larga melena rubia cubría parte de su cara dándole un aspecto mucho más sexy todavía… Como no aparté la vista se ruborizó, sonrió tímidamente, se mordió el labio inferior y me dijo un suave “hola” antes de seguir su camino. Me giré para devolverle el saludo y entonces recordé que era un tío…

    ¡Dios que culo perfecto tenía! Si se hubiese girado en aquel momento me habría encontrado mirándola con deseo y seguro que habría acabado en mi cama… Tíos, ni os imagináis lo buena que estaba aquella chica… Sólo con pensar en ella se me vuelve a poner dura, no puedo evitarlo, es que me puso a cien en una milésima de segundo y ni siquiera sé quien es, ni donde vive, ni nada de ella… Un buen polvo perdido por ser lento de reflejos –y al tiempo que me daba un golpe en la frente me dije – ¡¡esto no me va a volver a pasar!!

    ¡El Puñetero gato casi me tira! Se enredó entre mis piernas y casi me voy de boca, ¡como os lo cuento! Y encima, el pasmarote aquel enfrente de mí mirándolo todo con esa cara de flipado. Aunque luego lo miré y el chico no estaba mal, la verdad, pero claro, no era el momento más apropiado después de lo de Pablo. Bueno, el caso es que sigo andando y el tío que no me quita el ojo de encima... Al final le dije “hola” al pasar a su lado. Me contestó titubeante y se quedó parado. Yo seguí mi camino, y estoy segura, vamos, que me juego una mano y no la pierdo a que me miró el culo... ¡Todos lo hacen! jjajaa. Ya después me fui para casa dispuesta a echarme en el sofá a ver la tele y hartarme de bombones, así que ahí quedaba la historia del callejón.

    Aquella noche salimos y nos fuimos al “Kavana” y a mitad de la noche salí de allí para despejarme un poco. Necesitaba aire limpio y puro, porque en aquella discoteca hacía demasiado calor y además el humo comenzaba a asfixiarme. Estaba allí fuera tranquilamente cuando fui consciente del grupito de chicas que estaban enfrente de mí… Me miraban y me señalaban disimuladamente, pero estaba claro que yo les había llamado la atención, así que me fui acercando a ellas disimuladamente y cuando ya casi podía oír lo que hablaban la volví a ver… ¡Estaba entre ellas! ¡Dios! ¡Era increíble! ¡No me podía creer la suerte que tenía! ¿Qué probabilidades había de volver a encontrarme a aquella mujer otra vez?

    Sí, tía, al final me convencieron las del piso de que saliera por la noche, decían que para animarme. A mí me daba igual, incluso les dije que se fueran varias veces pero nada, me arrastraron a “Kavana” casi por la fuerza. La verdad es que luego no estuvo tan mal, la cosa se animó y estuvimos hasta las dos bailando. No bebí casi nada, si no tengo un duro, pero con la consumición de la entrada ya iba yo con el puntillo. Luego ya después de que se fueran Marta y Lore nos salimos a la calle camino de casa, cuando mis amigas me dicen que un tío me está mirando más que fijamente. De noche no le distinguía bien, pero cuando se acercó disimulando pude ver quien era... ¡El chico del callejón! Ahora que le veía bien, y con mejor ánimo, la verdad es que el tío estaba bastante mejor que bien, alto, moreno y con una sonrisa de escándalo…

    -¿Me estás siguiendo? – le dije.
    -Por supuesto que no – le respondí poniendo mi cara más inocente, pero entonces vi algo en sus ojos y añadí. - ¿y si lo estuviera haciendo?
    -Pues te diría que no perdieras el tiempo – joder, guapo pero algo baboso…
    -Bueno, pues menos mal que no lo hago… - a mí esta chica no me vacila por muy buena que esté…

    Se da la vuelta y antes de que diese cuatro pasos me sorprendí a mí misma llamándole.

    -¡Espera!
    -¿Dime? -  sonreí para mí mismo e hice un gesto de triunfo con el puño, sin que ella se diese cuenta.
    -Por lo menos dime como te llamas, ¿no? – le digo pícaramente - ya que tengo un acosador por lo menos que no sea anónimo.
    -Nico – dios que sonrisa… ¡Cómo me pone!
    -Yo Sonia – ¿te atreverás a dar el siguiente paso?
    -Oye... Con todo esto del espionaje pierdo un montón de tiempo, la verdad... ¿Porqué no me das tu teléfono y me facilitas las cosas? – vas por buen camino, mira como se muerde el labio... Buffff…. No la mires demasiado…
    -¿Y que me controles en todo momento? No sé, no sé... – ¡¡que valiente!! Te has atrevido… Contrólame cuanto quieras…
    -Venga, solo cuando tú quieras…

    ¡Y no os lo vais a creer! ¡Se acercó sonriente y con un pintalabios me apunta su teléfono en el brazo! Y luego ya sí que me dejó claro que le gusta que le den caña…

    Le miré de soslayo y sonreí... Me acerqué a él y le di mi número de teléfono… Sí, así de fácil lo tuvo… No sé… Quizá me daba buenas vibraciones, no sé explicarlo… Pero luego di el golpe de gracia…

    -A lo mejor mañana por la noche te apetecerá perseguirme un rato…
    -Puede ser… - ¿Un rato? ¡Nena, te persigo todos los que hagan falta!
    ¡Claro que quedé con ella! Está claro que a esa nena me la tenía que trabajar… Es que está de vicio, tenéis que verla…

    Por supuesto que me llamó, no lo dudé ni un segundo. Lo hizo un poco antes de las siete de la tarde, así que le dije que estaría bien que nos viéramos a las diez en el parque de detrás del instituto, para que me diera tiempo a arreglarme...ya sabéis, sólo un poco.

    Quedamos en el parque que está detrás de la uni. La vi de lejos y casi tuve que esperar 10 minutos antes de poder presentarme “decentemente” ante ella… Sólo con mirarla me encendía… Aquellos ojos tan profundos hacían que perdiese la noción del tiempo…

    Decidí ponerme la camiseta azul, la del escotazo, sólo para ver como reaccionaba. Reaccionó, o mejor dicho, no lo hizo, porque se quedó una eternidad plantado delante de mí con la boca abierta. Cuando por fin su cerebro reaccionó me dio dos besos y me dijo que estaba muy guapa y todo lo que suele decirse... Aunque por su mirada supe que no era un cumplido.
   
    La llevé a un restaurante italiano, para deslumbrarla y creo que funcionó porque durante toda la noche no dejó de prestarme atención a todo lo que le contaba… Ella hablaba más bien poco. Creo que estaba impresionada por mi compañía…

    La primera cagada de la noche... Me llevó al mismo restaurante al que me llevó Pablo para  anunciarme que se había enamorado de su compañera de trabajo. Me quedé muerta del susto, y apenas abría la boca en todo el rato. No sé si notó que no comí nada y que solo quería salir corriendo de allí, pero el caso es que me estuvo casi una hora y media hablando de su vida y milagros...
   
    Luego salimos a bailar a una discoteca y ahí sí que nos lo pasamos bien… Se mueve como una sirena en el agua… Meneando las caderas y rozando su cuerpo contra el mío muy insinuante. Consiguió ponerme a mil en poco tiempo y yo estaba deseando largarme ya de allí para ir a algún sitio a estar solos…

    Por fin nos fuimos del restaurante, directos a la disco. Tras la paliza necesitaba con urgencia un par de copas, que acabaron siendo cuatro. Brugal con cola para mí, Cutty Shark con limón para Nico. Las copas nos desinhibieron al instante, y no tardé en agarrarle de la camisa y sacarle a bailar... Estaba preparada para lo peor, pero me sorprendió muy gratamente, ¡sabía moverse pero que muy bien! Y claro, el alcohol, las miradas, los roces, la cosa se fue calentando. ¡Vamos, que si no me controlo en mitad de la Lambada le pego un mordisco en el cuello!
   
    Cuando por fin salimos de allí fuimos a dar un paseo, que le apetecía estirar las piernas y hablar. Llegamos hasta la playa y la vi tiritando de frío, así que le puse mi chaqueta sobre los hombros y aproveché para acercarme a ella un poco más.

    Caminamos hasta el paseo marítimo al salir, con la madrugada ya pisándonos los talones. Caminamos sobre la arena y mojamos nuestros pies en el Atlántico y Nico pasó su chaqueta sobre mis hombros. No hacía demasiado frío, la verdad, pero el escote era demasiado descubierto y el detalle me pareció súper tierno, así que le dejé. Nos quedamos callados mirando al mar y entonces ocurrió...

    La abracé y nuestros cuerpos casi se unieron como uno solo… Ella levantó la vista al mismo tiempo que yo la bajé y nuestras miradas se cruzaron. Debió de sentir como “algo” en mí se despertaba porque esbozó una sonrisa y se mordió el labio sensualmente, así que no pude evitarlo y la besé… Mis manos acariciaban todo su cuerpo. La notaba caliente, estaba seguro de que ella lo deseaba tanto como yo, entonces me dijo que la llevase a su casa, y a mí se me puso cara de gilipollas, y contesté lo mejor que pude…

    Se estaba genial en aquella playa, pero se hacía muy tarde. La noche había empezado bastante mal, pero las cosas habían empezado a mejorar en la pista de baile. Después, la charla en la playa había sido un casi perfecto final, aunque...

    -¿Podrías llevarme a casa, Nico? Se ha hecho un poco tarde...
    -Sí, está bien… - ¿Cómo que está bien?

    Iba enfadado, pero se me agarraba del brazo melosa, apretando sus pechos contra mí y no podía resistirme… Al llegar a su portal subimos las escaleras hasta la puerta, y allí en la penumbra de la entrada me lancé sobre ella como un león sobre su presa…

    ¡Casi me deja sin respiración! Esperaba un beso tímido, o incluso disgustado, pero sus manos y sus labios desataron en mí toda clase de sensaciones...  Aquél chico era un inútil escogiendo los restaurantes, pero sabía qué teclas tocar para encenderme...

    La apreté contra mí con fuerza, no iba a dejarla escapar así como así, tenía que currármelo muy bien si quería que la noche fuese un éxito… Cuando dejé de besarla todavía mantenía los ojos cerrados y ronroneaba como una gatita pidiéndome más… Me miró sensualmente, se acercó a la puerta, la abrió y volvió a besarme… Se metió dentro de casa y me sentí increíblemente imbécil, pero cuando me giraba para irme se volvió a abrir la puerta, me cogió por la pechera de la camiseta y me metió dentro de la casa de un tirón mientras decía…

    -Bambi, la próxima vez me llevas a una pizzería, ¿sí?

    Y aquella noche la gatita disfrutó como nunca...

    No estuvo del todo mal...


    *Frase de Pedro Escudero. (Relato a medias con Aarón.)

martes, 5 de junio de 2007

CuentaCuentos nº 30 "¡Xemelgas!"

¡Xemelgas!

    “Yo soy tu padre… Así comenzaba la carta que aquel día había recibido Nadia. Nunca había conocido a su verdadero padre. Sabía que el hombre con el que estaba casada su madre, aquel que la había criado, no era su padre biológico. Y ahora, tantos años después recibía una carta de  él… En la carta le contaba que cuando ella nació él estaba metido en asuntos turbios y que tenía miedo de que le pudieran hacer daño a ella para dañarle a él, así que había desaparecido… También le decía que el día que recibiese aquella carta, querría decir que él había muerto, y que ella ya no corría ningún peligro…

    También le contaba como ponerse en contacto con su familia, por si quería conocerles… Nadia estaba muy triste porque había encontrado y perdido a su padre el mismo día,  pero no era capaz de llorar, porque en su corazón un sentimiento de alegría la golpeaba con fuerza… No entendía como podía estar tan feliz y tan triste al mismo tiempo… Era tan contradictorio todo lo que sentía en aquellos momentos que necesitaba evadirse un poco. Necesitaba echarse a volar…

    No sabía qué hacer, así que recurrió a sus amigos… Conectó el ordenador y buscó en la lista de Favoritos aquella página que tantas veces la había echo sonreír desde hacía casi un año. Se encontró con sus amigos y así pasó el resto del día. Por la noche se acostó pensando en el gran sacrificio que había echo su padre por ella… Se quedó dormida y tuvo un sueño extraño… Soñó con su amigo Carlos, pero porqué la llamaba Katia? Y porqué le contaba tantas cosas que para ella eran incomprensibles, aunque algo que le contaba tenia cierta similitud con la carta que ella había recibido...

    Por la mañana decidió no darle mayor importancia a lo que había soñado y siguió con su vida normal, así que se dirigió a abrir la tienda en la que trabajaba… Estaba siendo una mañana muy tranquila sin apenas clientes, y de repente, empezó a notar algo extraño… Miró a su alrededor y ya no estaba en la tienda sino en un aula rodeada por más estudiantes… Vio al frente y allí estaba un señor que le llamaba la atención por su delgadez, su semblante tan serio y aquella bata blanca… Parecía un profesor dando su lección del día.

    -La mastoides es un macizo óseo que tiene forma de pirámide triangular con la cúspide hacia abajo y que está situado detrás del conducto auditivo externo...entre sus paredes constituidas de hueso compacto el macizo mastoideo está excavado por células neumáticas aéreas en comunicación con la caja timpánica...estas células constituyen...etc, etc…

    No entendía nada de nada. ¿Qué estaba pasando? Y lo más importante, ¿dónde estaba? ¿Qué coño era el mastoideo? Pues parece ser que le había afectado más de lo que creía la noticia de lo de su padre… O quizás lo que le había afectado había sido el no descansar correctamente… Antes de que tuviese tiempo de nada más ya estaba otra vez en su tienda, viendo como un chiquillo salía de allí con cara extrañada… ¿Y aquel niño cuando había entrado? ¿Y qué quería? Porque podría asegurar que ni siquiera lo vio entrar…

    Estaba claro que necesitaba un descanso, así que se giró hacia el ordenador, abrió una ventanita del Internet Explorer y tecleó muy tranquilamente www.elcuentacuentos.com. Era martes y como cada martes allí encontraría la frase con la que aquella semana hallaría la inspiración. Como siempre encontró un hermoso relato del Señor de las Historias y tras la misma siempre se hallaba la frase… Sus ojos pasaron una y otra vez sobre aquellas palabras y no pudo evitar susurrar sorprendida… “Yo soy tu padre…”

    Se conecta al foro para dejar un comentario sobre la frase de la semana, que por cierto la tiene inquieta... (Un, dos, tres, cierro los ojos esperando que al abrirlos ya no estés...) ¿Porque su cerebro se ponía a cantar ahora? (Un, dos, tres, te has marchado y lo logré no te besé...) Pero... Aquella no era su voz. ¿Qué estaba pasando? Entonces sus ojos se posan en único nombre que en aquellos instantes la acompaña en el foro Y como un susurro de temor lo pronuncia ...
   
    -Katia...

    Aquel nombre por el que Carlos la había llamado en sueños, un nombre que sin saber porque estaba ligado a su vida últimamente. Así que decidió mandarle un mensaje personal:

    "Mira, nunca hemos hablado, pero estos últimos días no dejan de sucederme cosas raras, y muchas de ellas relacionadas con tu nombre. Una noche tuve un sueño en el que Carlos me llamaba Katia. He asistido a una clase que ni siquiera recuerdo en la que hablaban de un mastoideo de no se que, y hace un par de segundos he escuchado una voz cantando Un, dos, tres. Y ahora mismo estoy sola en la tienda... Pensarás que estoy loca pero tenía que contárselo a alguien y quizás tú eras la persona indicada...'

    Recibí un mensaje de Katia y la verdad, con todo lo que me decía me dejaba aún más impactada...Necesitaba saber más sobre ella, sobre el porque de todo aquello...

    'Mira, estas cosas no son de hablar así... Para la semana tengo un hueco y puedo pasarme por Madrid... Sólo hay que ver si tú quieres quedar, dónde nos vemos y a que hora...'

    ¡Mierda! Su ordenador se había apagado de repente... Intentó encenderlo de mil maneras pero fue incapaz. Tenía que hablar con Katia como fuese y decidió irse a un ciber, pero parecía que todo estaba en su contra. Lo intentó en varios ordenadores diferentes, pero siempre obtuvo los mismos resultados, ¡no era capaz de acceder a la página de Cuentacuentos! ¿Y qué iba a hacer ahora?

    Decidió ir igualmente a Madrid... Algo en su interior le decía que lo hiciese, que no se lo pensase mucho, y allá se fue... Desde que pisó la capital empezó a sentir algo extraño, como si algo tirase de ella hacia algún lugar, sin saber a dónde... Una mañana se despertó agitada y lo único que le vino a la mente fue una dulce vocecilla que le repetía una y otra vez...

    -Nos vemos en el Km. 0.

    ¿Qué hacer? Pues estaba claro, ¡ir allí! No sabía porqué, pero dentro de ella sentía que tenía que estar allí, aquel día y a aquella hora, y allí estaba, de pie en el Km. 0, esperando... Entonces la vio venir a lo lejos y supo que era ella... Sólo con cruzar la mirada un instante fue como si se conociesen de toda la vida. Como si fuesen parte una de la otra... Su alma gemela. Esa persona con la que sin tener parentesco, compartía la mayor parte de sus emociones y pensamientos...

    -¿Katia la "Zarina"?
    -¿Nadia la "Meiga"?
 
    Se abrazaron y comenzaron a reírse... Estaba claro que el destino deseaba tenerlas juntas, pero esa es otra historia que os contaré algún día...”


    *Frase del Señor de las Historias. (Relato a medias con Klover.)