jueves, 24 de enero de 2008

Microrelato

Microrelato

    "No funcionó. Lo había intentado de todas la formas posibles, pero no se abría. Le había dado patadas, puñetazos, golpes... Había gritado incansablemente, consumido por la rabia y la ira, pero nada. Estaba asustado, lógico. Cualquiera lo estaría y el que diga que no, miente. Cuando conseguí calmarme un poco busqué la forma de abrir aquella maldita tapa, pero no había manera, así que acabé rindiéndome. Y allí estaba, encerrado en un ataúd, bajo tierra, casi sin aire. Y me estaba muriendo..."

miércoles, 23 de enero de 2008

CuentaCuentos nº 63 "Dos amigas"

Dos amigas

    “-Se truncó la noche en áspera y feliz, en oscura y con destellos (yo creo que por las farolas).
    -¿Por las farolas? – preguntó Elisa.
    -Jolin tía, espera a escuchar toda la historia y luego preguntas – le respondió Susana.
    -Vale, vale... Cuenta.
    -Pues eso, que era una noche preciosa. Estábamos paseando por la orilla del río.
    -¿Por la orilla del río?
    -Sí, allí por donde están las parejas de enamorados. Cogidos de la mano...
    -¿Vosotros también?
    -Nosotros no, Elisa... Pero déjame seguir mujer. Bueno, pues a lo que iba... Que estábamos paseando por la orilla del río. Íbamos hablando de mil cosas, (que ahora que lo pienso eran muy tontas)...
    -¿Tontas por qué? Upsss... Ya me callo.
    -Bueno tontas no, pero si descabelladas. Hablábamos de arreglar el mundo con sonrisas, y de cómo sería todo si en vez de con armas se combatiese con sonrisas... Y entonces...
    -¿Entonces qué? ¿Entonces qué?
    -Entonces se me quedó mirando a los ojos y me dijo ‘yo iría a la guerra sin pensarlo, por una sola de tus miradas’.
    -Jo, que lindo, ¿no?
    -Pues sí, la verdad es que sí – dijo Susana comenzando a sonreír.
    -Venga cuéntame, que seguro que hay algo más. Que con esa cara de pícara algo escondes.
    -Pues verás. Fue muy atento conmigo en todo momento. Preguntándome si estaba bien, si me dolían los pies, si tenía frío...
    -Que amable y que mono... Iba allanando el terreno. Jejejej...
    -Yo a todo le contestaba que no se preocupase, que estaba todo bien. Pero debió notar como mi piel se erizaba con la brisa que venía del río. Así que al final terminó por sacarse la chaqueta y colocármela sobre los hombros al tiempo que con sus manos acariciaba mis brazos, para hacer desaparecer el frío.
    -¡Caray!
    -Si, y él se quedó en mangas de camisa, con el frío que hacía a las tantas de la mañana. Y entonces levante la cabeza para mirarle (¿te había comentado que es muy alto?) y le dije ‘¿Sabes? Somos como Letizia y Felipe’ y me eché a reir. Jijijijijii...
    -Jajajaja... ¿Y él que te dijo?
    -Pues me miró y dijo ‘Eres tan chiquitina y tan linda (esto lo dijo dándome un golpecito en la nariz con la yema de su dedo índice) que te llevaría siempre en el bolsillo del pantalón’ y me dio un abrazo – y Susana comenzó a sonrojarse muchísimo.
    -¡Aaaaaahhhhh! ¡Qué bonito! ¿Y tú qué? Cuenta, cuenta...
    -Yo me derretí y me dejé besar...
    -Caray niña, que bonito.
    -Sí, hay que reconocer que este chico sabe ligar...
    -Bueno, depende de si consiguió lo que quería o no.
    -Dijo que sólo pretendía un beso, hacerme reír y la promesa de que quedaría con él otro día...
    -Pues entonces un 10 para él. Dáselo de mi parte. Jajajaj...
    -Se lo daré, no te preocupes.
    -Y ya me contarás más cositas de este chico, que seguro que tiene más cosas así guardadas...
    -Podría ser...

    Y las dos amigas continúan tumbadas en el sofá de su piso, con su bol de palomitas cada una, en pijama y sonriendo sin parar.

    -Bueno Elisa... Ahora te toca a ti... ¡Cuéntame!

    Y otra vez las carcajadas vuelven a inundar el salón. Porque era hora de que volviesen a sonreír, porque ambas lo merecían y tenían que haberse conocido para saberlo...”

    *Frase de Fantasmín.

miércoles, 16 de enero de 2008

CuentaCuentos nº 62 "¿A dónde fueron?"

¿A dónde fueron?

    “- Pasaron varios días hasta que alguien cayó en la cuenta de que los sueños habían desaparecido. Fue entonces cuando todo comenzó a revolucionarse. Sin sueños nada funciona como debería. La gente va por la calle sin mirarse. Tropezando unos con otros y sin darse una disculpa – Nienna puso un video en el que se mostraba el comportamiento que acababa de explicar.
    -Sin sueños no tienen una razón clara por la que levantarse, algo por lo que luchar, por lo que seguir adelante. Y sin esos motivos, un malestar comenzó a crecer en ellos, poco a poco, transformando a las personas en seres desagradables, fríos e irascibles – Elanor hizo aparecer en el proyector la foto de un hombre  antes de la perdida de sueños y otra de después, para hacer más visible el cambio.
    -El mal humor comenzó a generalizarse. Al principio sólo era en las grandes ciudades y urbes. Luego, poco a poco se fue desplazando hacia el extrarradio, aunque allí pareció que se calmaba y dejaba de expandirse, pero no fue así – ahora Nienna desplegó un mapa y les mostró a los demás la superficie afectada hasta el momento.
    -Aquella situación se contagiaba cada vez más rápido y se hizo más fuerte por momentos. Cuando todo esto empezó sólo los adultos mostraban los síntomas de esta extraña situación. Pero ahora, la franja de edad va en disminución. Cada vez niños más pequeños dan muestra de malestar, de desilusión, y eso no se puede permitir – Elanor pasó a la siguiente foto y quedó a la vista de todos la foto de un niño sonriente.
    -Los adultos han perdido los sueños, pero los niños no pueden dejar de tenerlos, no pueden perder los suyos. Los niños son el futuro y si los niños pierden la ilusión todo acabará, todo desaparecerá. Incluso nosotros... – añadió Nienna bajando los ojos.
    -Muy bien Nienna, ¿y qué pretendes? – preguntó la reina Uruviël.
    -Mi señora, todavía no tengo un plan decidido, pero la idea está en no dejar que los niños más pequeños pierdan sus sueños.
    -¿Y cómo sabes que los niños aún sueñan? – preguntó inquisitiva la reina.
    -Pues verá majestad. Elanor ha fabricado un cazador de sueños. Cada vez que detecta un sueño se ilumina de color blanco y si detecta una pesadilla se ilumina de color rojo y la absorbe.
    -Eso está muy bien, pero no responde a mi pregunta.
    -Pues tengo que decir, muy a mi pesar, que estas últimas noches hemos estado haciendo incursiones entre ellos – respondió Elanor. - Y hemos detectado un alto índice de pesadillas entre los adultos, pero en la gran mayoría de los niños sólo encontramos sueños blancos. Aunque también tengo que decir, que la franja de edad ha vuelto a bajar... Ahora sólo los niños menores de 7 años tienen sueños.
    -Así que si no actuamos pronto...
    -Desapareceremos majestad.

    Se hizo un silencio sepulcral en la sala. Todo el mundo las miraba allí en el centro de la estancia, ante el trono de la reina, con un extraño aparato entre manos, que parecía una red tejida por una araña. Nadie se atrevía a decir nada. Todos observaban en pasmoso silencio a la reina y a las dos jóvenes que le habían pedido audiencia urgente.

    Elanor era quizá uno de los cerebros más privilegiados con los que contaban, y confiaban en ella más que en sí mismos, así que si ella estaba convencida de que aquel artilugio funcionaba, tenía que funcionar... Y la admiraban por haber tenido el valor de desobedecer las leyes. Y a su lado Nienna. Nadie concebía como había tenido el valor de hablar con la reina y aún por encima decirle que había salido sin su permiso. Era por todos sabido que la reina tenía gran estima a su familia, pero siempre había creído que era una joven inconformista a la que no le gustaba acatar las reglas.

    -Nienna, esta vez has incumplido la norma más importante de todas. Salir sin permiso, y sabes que eso merece un castigo ejemplar – dijo Uruviël. – Pero es cierto que lo has hecho por el bien de todos nosotros, y eso merece mi respeto y admiración.

    Todo el mundo miraba a la reina, casi sin respirar, no querían perderse ni una sola de sus palabras, porque sabían que estaba a punto de decir algo importante para todos ellos.

    -Tú, Elanor, Nindë, Tathar, Elwë y mi hijo, Turgon, seréis los encargados de esta misión. Debéis devolver los sueños a los niños, y evitar el avance de esa sombra negra que se cierne sobre nosotros...
    -Mi señora. ¿Cree conveniente que su hijo nos acompañe? Es el futuro rey y podría salir lastimado de esta contienda – dijo Tathar, jefe de la guardia real.
    -Mi leal Tathar... Si este plan no funciona, todos desapareceremos. Así que no habría motivos para proteger al príncipe. Y si salís victoriosos de esto, eso espero, Turgon habrá ayudado a ello, y un rey debe poner su vida, por la de los suyos. Partiréis mañana, así que podéis ir a descansar, será lo mejor.

    Se retiró todo el mundo y la gran sala de recepción quedó casi vacía. En el centro Elanor y Nienna observaban en silencio como el cazador de sueños permanecía oscuro, sin brillo, sintiendo que el tiempo se estaba agotando.

    -¿Por qué no les has dicho que nosotros también hemos perdido los sueños? – preguntó Elanor.
    -Porque si no tenemos el sueño, la ilusión, la esperanza de que todo va a salir bien, esta ya es una misión perdida... – respondió mirando tristemente a los ojos de su compañera.”


    *Frase de Brian Edgard Hyde.
    ¿Continuará?

martes, 8 de enero de 2008

CuentaCuentos nº 61 "Conversaciones"

Conversaciones

    “-Los muertos no necesitan aspirina...
    -¡Vaya por dios! Y eso lo has descubierto tú solita ¿o has necesitado ayuda?
    -¡No seas tonto! ¿Acaso no ves que estoy tratando de escribir un relato?
    -¿Empezando por esa frase?
    -Pues sí, con esta frase. Es difícil y será un gran reto a batir, pero conseguiré escribir algo.
    -¿Y no puedes empezar con otra cosa? Es que esta no incita a mucho, la verdad.
    -Y por eso mismo no quiero comenzar de otro modo... Acaso ¿qué mérito tiene escribir algo comenzando como yo quiero? Para hacer eso, no estaría aquí ahora mismo. El reto consiste en ser constante y venir semana tras semana en busca de una frase.
    -¿En busca de una frase?
    -¡Claro! A ver, déjame que te lo explique... Todas las semanas vengo aquí en busca de la frase nueva, y tengo que escribir algo con ella.
    -¡Ah!
    -No asientas como si me entendieses. Que no soy tonta y me doy cuenta de que sólo lo haces para callarme... O para que no note lo ignorante que eres.
    -Perdona bonita, pero yo simplemente soy todo lo ignorante que tú quieres...
    -¿Qué? No te entiendo...
    -Ssssshhhhh...Viene alguien por las escaleras... Debe de ser tu madre.

    En ese momento se abrió la puerta despacio, haciendo chirriar las bisagras de aquella vieja puerta de pino. Alejandra miró a su madre y le dedicó una dulce sonrisa que fue correspondida.

    -¿Qué haces?
    -Escribir un cuento. Hoy está siendo más difícil que otras veces...
    -Bueno, no te agobies, ya saldrá algo. Confía en ti. ¿Te traigo algo de merendar?
    -Sí, gracias. Me apetece un bocadillo enorme de jamón.
    -Muy bien – dijo su madre entre risas. – Y el señor Osito ¿quiere algo?
    -¿El señor Osito? ¿De qué hablas mamá?
    -Upsss, perdona hija. De nada, de nada...

    Alejandra vio como su madre desaparecía detrás de la puerta de su habitación, otra vez con el atronador sonido de las bisagras. Y se quedó callada un par de minutos, mirando hacia ningún lugar, y entonces pareció volver en sí.

    -¿Qué habrá querido decir?
    -Pues lo que ha dicho. Que si yo quería algo.
    -¡Pero te ha llamado señor Osito!
    -Es que soy un oso de peluche...
    -¿Qué?
    -¿Acaso no ves mi mullida barriguita de felpa?
    -Pero...
    -Y por lo que veo, tampoco recuerdas el día que tu madre me trajo, ¿verdad?
    -Yo... Es que...
    -Tranquila, no pasa nada.
    -Llegué cuando cumpliste seis años. Yo y unos libros fuimos tus regalos estrella. Recuerdo muy bien que me cogiste en tus brazos, y que te fuiste a un sofá conmigo y con un libro, y nos pusimos a leer juntos. Por aquel entonces yo sólo era un osito de peluche, pero en aquel momento tú me diste vida...
    -¿Qué? No puede ser...
    -Pues sí... Cuando a los niños pequeños os regalan libros, me dais vida. Y ese primer contacto hará que en un futuro me encontréis.
    -¿Qué te encontremos?
    -Sí, porque establecemos un vínculo irrompible. Aunque por la seguridad de todos, me vea obligado a borrar mi recuerdo de vuestras mentes al cumplir los 10 años.
    -¡Eso será mañana! ¿Por qué tengo que olvidarte?
    -Porque es necesario para nuestra supervivencia. No pueden encontrarnos o nos quitarían el poder de la imaginación.
    -¿Pero cómo voy a encontrarte?
    -Habrá más como tú, que me buscarán y sin saber muy bien como, llegaréis hasta mí. No te preocupes por eso...
    -Y dime, ¿cuál es tu nombre?
    -Ya lo sabes... Todos me habéis puesto el mismo nombre a lo largo de los años. Busca dentro de ti y lo encontrarás...

    Entonces desperté en mi cama, entre sudores y encendí la luz. Dios, menudo sueño había tenido. Me senté en la cama, encogí las piernas y puse mis brazos alrededor de ellas. Apoyé la barbilla en las rodillas. A los pies de la cama vi aquel pequeño osito, que me miraba expectante con sus ojitos de plástico, y dejé escapar un suspiro.

    -Señor de las Historias...

    Me tumbé de nuevo, me tapé hasta la cabeza y apagué la luz en el mismo instante que en la cara de mi viejo peluche, se esbozaba una sonrisa...”


    *Frase de los Duendes.

jueves, 3 de enero de 2008

CuentaCuentos nº 60 "Aquí estoy"

Aquí estoy

    “Esta iba a ser una navidad diferente. Y tanto que iba a ser diferente, ni yo sabía cuanto... Estar con la familia y la gente que quieres, y ahora aquí estoy, tratando de escribir la historia de esta semana, pero nada, que no hay forma... Que la inspiración ha decidido que en el comienzo de año pasa mucho de venir a verme. Y bueno... Me encuentro tratando de escribir algo decente, pero no sale nada de nada. Y me pregunto ¿por qué la inspiración sólo aparece en los momentos que crees que ya no puedes más? Y algo mejor ¿qué es la inspiración?

    Supongo que para cada persona será una cosa, persona, momento diferente. Para mí la inspiración siempre llega sin avisar y en el momento más inesperado, por eso siempre llevo conmigo una libreta y un bolígrafo. Porque las ideas vienen sin avisar, como un flash y hay que pillarlas al vuelo, o no se sabe cuándo volverá. Y eso me ha pasado esta semana. No sabía que escribir, ya veis que publico en jueves, y de repente una vocecilla me dice ‘¡a escribir!’ y yo que le contesto que no sé sobre que escribir, y la misma vocecilla me responde ‘pues escribe sobre eso’. Y aquí estoy, escribiendo sobre que no sé qué escribir, y bueno, para salir del paso no está mal. Además me planteó una duda. ¿Y los demás donde encontráis vuestra inspiración?

    Hay quien la encuentra como yo, a través de una vocecita, o puede que ver un lugar inspire una historia de terror, amor o desesperación. También pueden inspirar un relato, un animal, una persona o hasta una pieza de comida. ¡Sí, una comida! O algo de comer. ¿No me creéis?  ¿Y entonces ‘lo mejor que le puede pasar a un croissant’ que es? Hay mil sitios en los que las historias y cuentos se esconden. Detrás de un árbol, debajo de una seta, en la casita de los pitufos o en alguna cueva de los Fraggle... Pero lo que de verdad nos tiene que importar es escribir, porque es lo que nos gusta. Y teniendo eso, la inspiración sabremos cómo encontrarla...

    Ya veis, esta semana yo he escrito sin escribir... jejejeje


    *Frase de Juan.