domingo, 28 de marzo de 2010

CuentaCuentos nº 80 "La abogada"

La abogada


    “Rebuscando entre los papeles encontraron una llave de lo más extraño. De momento nadie la había reconocido ni sabían de dónde podía haber salido. Quizá tenía que ver con el robo, quizá al intruso se le había caído entre que rebuscaba en todos los cajones, historiales y papales del despacho. Quizá era una pieza clave para llegar a resolver aquel caso. O al menos eso esperaba el Teniente D’Angelo. Estaba al mando de la investigación y haría todo lo que estuviese en su mano para concluirla con éxito. Caminaba sobre la mullida moqueta color beige hasta la puerta que se encontraba al fondo de aquel pasillo, donde estaba el despacho de Anastasia Robledo. Había oído hablar mucho de ella. Una joven abogada que había sacado adelante ella sola el bufete de abogados de su padre, tras la trágica y repentina muerte de este en un accidente de coche hacía siete años.

    La verdad es que todo lo que sabía de ella era lo que había escuchado por la televisión acerca de los innumerables juicios en los que formaba parte y de los que casi siempre salía airosa. Sabía que siempre estaba del bando de los buenos. De parte de la justicia y la ley, aunque a veces la ley y la justicia no la acompañasen ni a ella ni a sus clientes, porque alguna que otra vez las cosas no salían como cabía de esperar. Aún así había llegado hasta lo más alto, y aún siendo tan precipitada su toma de posesión en aquel bufete, había conseguido mantenerlo en lo más alto, aún cuando la mayoría de los socios habían abandonado la sociedad tras la muerte de su padre. Se paró unos instantes ante el letrero dorado de la puerta que rezaba en letras negras: “Despacho de la Srta. Anastasia Robledo” y allí se quedó un rato hasta que una voz lo sacó de sus pensamientos:

    -Prepárate para ver a la mujer más impresionante que hayas tenido delante en toda tu vida. Tardarás mucho tiempo en poder olvidarla...
    -¿Tan hermosa es?
-Entra y júzgalo tú mismo... Ya me lo dirás cuando salgamos de aquí.

    Y entró en el despecho sin estar verdaderamente preparado para encontrarse con la que realmente era la mujer más hermosa que sus ojos habían contemplado hasta ese momento... Allí estaba ella, frente a él, sin decir nada. Él la observaba perdido en su hermosura. Rodeados de un montón de gente y ajetreo, pero sintiendo que estaban los dos solos, sintiendo que nadie podría molestarlos. No podía apartar los ojos de los de ella. De un azul intenso. Un azul que parecía querer decirle mil cosas, contarle mil historias, contarle todo lo que le había pasado. Y se sentía atrapado por su mirada, pero consiguió desviar la vista hasta sus pies. Calzaba unos elegantes zapatos de tacón de aguja, negros, de piel vuelta. No tenía precisamente los pies pequeños, pero aquellos zapatos los estilizaban hasta el punto de conseguir el efecto óptico contrario. Subió lentamente la mirada por sus piernas. Unas gráciles piernas de bailarina, estaba seguro. Largas, firmes, marcadas... Unas piernas que podrían volver loco a cualquiera, y que ahora lo estaban envolviendo a él con su sensualidad. Sintió que se ruborizaba cuando sus ojos llegaron a sus muslos. No podía verlos, porque aquella falda de tubo se lo impedía. Pero gracias a dios, Armani había diseñado muy bien sus trajes, y en vez de esconder sus formas femeninas, aquella falda remarcaba sus caderas. Unas caderas voluptuosas que de seguro podrían enloquecer a cualquier hombre con el vaivén de su caminar. Y esa cadera que terminaba en una cinturita de avispa, que casi parecía poder abarcarse por completo con ambas manos. La blusa impecablemente colocada por dentro de la falda y perfectamente planchada le daba ese aire de ejecutiva competente que intimidaba a cualquier hombre que osase reponerse contra ella. Un cuello perfectamente colocado y los tres primeros botones que estaban sensual y estratégicamente desabrochados para dejar ver lo justo y necesario. El comienzo y voluptuosidad de dos pechos firmes, sugerentes y sobre todo muy deseables, que no pasarían inadvertidos para cualquier hombre en su sano juicio...

    Se sintió observado y notó como el calor y el color volvía a teñir sus mejillas, así que desplazó un poco más la vista avanzando por su grácil cuello hasta llegar a su angelical rostro. Sus ojos, tan le hacían sentirse como si toda la grandeza del mar le estuviera rodeando. De un azul tan intenso que parecían abarcarlo todo con una sola mirada. Parte de su cabello, largo, sedoso, negro, como la más hermosa noche sin luna, cubría parte de su rostro, pero eso la hacía parecer aún más misteriosa y hacía que se encendiese dentro de él la llama de la pasión y el deseo. La deseaba, sí... ¿Cómo no iba a desearla si era la viva imagen de un ángel? Y sus labios rojo carmesí parecían estar clamando a gritos un beso. Y entonces se fijó en el hilillo de color rubí que salía de la comisura de sus labios, avanzando silencioso por su mejilla hasta convertirse en gota y dejarse caer sobre la mullida moqueta, donde gotas anteriores ya formaban un charco alrededor de su cabeza.

    -¿Y esa sangre que sale de sus labios? – preguntó sin poder apartar la vista de ella.
    -Esa sangre es la única evidencia que tenemos señor. Como puede comprobar no tiene heridas defensivas ni indicios de violencia.
    -Pero algo tiene que haber. Algo se nos debe estar escapando...
    -No lo sé señor. Yo no veo nada fuera de lo normal.
    -Pues por eso nos han llamado, para que lo descubramos. Así que empecemos...

    Su compañero se puso manos a la obra, pero él no podía apartar la vista de ella. De aquellos ojos tan extrañamente vivos, tan misteriosamente comunicativos en aquella oscura situación. Unos ojos que parecían querer decirle algo. Que parecían querer contarle lo que le había sucedido. Se acercó al cadáver lentamente, mientras se ponía aquellos dichosos guantes de látex. Se arrodilló al lado de ella y no pudo reprimir el deseo de tocarla, de sentirla, así que suavemente apartó su pelo de delante de su rostro, para poder verla bien, y tampoco pudo reprimir el deseo de acariciar su mejilla:

    -Tranquila preciosa. Descubriré el secreto que guardan tus ojos."




    *Frase de Sechat.
Continuará...

1 comentario:

  1. Comentarios de la entrada original:

    *Sechat* dijo...
    Níobe qué sorpresa verte de regreso por tierras cuentiles. Y más con una historia tan bien contada como ésta.
    Espero que ésta sea la primera de muchas historias. Por cierto, me quedo con las ganas de saber qué pasó con ella. Este relatillo te da para una novela, lo sabes ¿verdad? Un besote.
    28/3/10 17:51

    Jara dijo...
    Estas historias policiacas me recuerdan a los viejos tiempos...
    Por un momento creí q estaba viva la chica, así que me ha sorprendido el final, pero me ha resultado a modo personal pesada tanta descripción aunque supongo que según en que medida es necesaria.
    saludines demonio
    29/3/10 00:00

    Esther dijo...
    Nos engañaste ¡otra vez! ¡Je,je,je!
    ¡Qué lástima por ella que le pasara eso! ¡Es horrible! Y no me esperaba ese final, me ha pillado completamente desprevenida.
    Saluditos de biblioteca.
    29/3/10 14:38

    Paula dijo...
    Yo tampoco esperaba ese final, pero me ha gustado mucho más así. A mí sí que me ha gustado la descripción, al ser tan extensa hace casi que seas capaz de meterte en la escena.
    Me ha gustado mucho
    :)
    29/3/10 15:05

    Brian Edward Hyde dijo...
    ¡Sí, sí, sí! Alguien que le echa valor, carajo, y se aleja del género fantástico poético, claro que el género policíaco es muy duro, querida Niobe, y tienes que ser más fría cuando hables de sentimientos o te queda cursi y no pega con el tono del relato :P
    Respecto a la descripción de la mujer, pues… de infarto, claro, pero un pelín obvia. Te recomiendo dos novelas donde se describen a dos mujeres maravillosas (Pulp, de Bukowski y Desayuno en Tiffany’s, de Capote): En cualquier caso, de los que más me han gustado y sorprendido esta semana. Besitos!
    30/3/10 23:12

    Carlos dijo...
    La historia es un crimen, pero no por el homicidio en sí, sino por dejarnos al final sin un "continuará" :) así que a descubrir ese secreto!
    Parece el relato centrarse, al describirla tan bien, en ella resaltando el aspecto sentimental como algo inevitable pero el descubrir que ya está muerta le da un muy buen giro a la situación la cual espera la continuación!
    Un abrazo!
    31/3/10 17:11

    Miriam dijo...
    Habrá segunda parte no??? Jo que me has dejado con la intriga y quiero saber que le pasó!!
    11/4/10 13:23

    AnuskA dijo...
    Me encantan este tipo de historias, aunque... pobre chica... a ver cómo acaba esto...
    5/7/10 21:09

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