domingo, 9 de abril de 2017

La magia de escribir como Elísabet

Estuve pensando mucho, largo y tendido sobre si escribir o no esta entrada. Por una parte porque no me gusta entrar en polémicas y por otra parte porque creía que la gente tenía más criterio y mentalidad a la hora de hablar de un libro y del trabajo de alguien. He leído tantas críticas sobre la última bilogía de Elísabet Benavent que estoy empezando a pensar que vivo en un universo paralelo en el que no me he leído la misma historia que los demás.
Confieso que hasta febrero de 2014 no había leído nada de literatura romántica, ni erótica ni nada que se le pareciese. Mi género siempre había sido el policial, con toques de misterio, incluso con matices sobrenaturales. Sí, de joven leí la saga Crepúsculo, pero no la considero una saga romántica en sí, sino una historia de aventuras sobrenatural en la que ¡oh, sorpresa! dos personas se enamoran. Quizá es mi forma de verlo, no voy a decir que no, pero no la catalogaría de romántica, ¿vosotras sí?
Pues a lo que íba, que me descentro y al final seguro que me dejo muchas cosas por decir. Que no había tocado nada de romántica y tras la recomendación más entusiasta de mi mejor amiga, llega a mi Kindle Víctor. Sí, Víctor y no Valeria, porque quien me enamoró fue él, no ella. Dos días caminé con sus zapatos, un día me miré en su espejo, dos días estuve en blanco y negro y en un día me desnudé. Las páginas volaban una tras otra. Me enamoré y no solo de Víctor.
Me enamoré de la literatura romántica, que sí, que tiene erótica, pero es solo una parte, me enamoré de la historia, de sus personajes, reí con ellos, lloré con ellos, me enfadé muchísimo hasta con mi existencia... Pero sobre todo me enamoré de la forma de escribir de Elísabet.
Terminé con Víctor y sin darme tiempo a recuperarme me zambullí en la historia de Gabriel. Que dureza, que locura de historia. Fue complicado, con ellos no congenié tanto, pero la esencia estaba ahí, sus letras...
Y entonces llegó él. Mi favorito, mi chico, el que siempre estará delante de todos, pero que ha tenido que ver muy de cerca al último protagonista: NICO. Disfruté cada capítulo y aunque estaba convencida de que se me rompería el corazón continué página a página. No me equivocaba, salí con el corazón destrozado, no estaba de acuerdo, no estaba feliz... Sabía que tenía que ser así, como el inicio, saltando chispas. Y sigo sin estar de acuerdo, pero al menos Nico ya puede estar tranquilo, tendrá todo el amor que se merece, yo pienso dárselo todo, todo y todo...
Hasta aquí todo era maravilloso, todo el mundo estornudaba purpurina y tenía arcos iris en los ojos... Y llegó Pablo. Una historia totalmente diferente a lo que nos tenía acostumbradas, otra trama, otros miedos, otras inquietudes. ¿Y qué pasó? Que se desató el infierno en la tierra... Que algunas personas se volvieron locas, empezaron a ver las señales del fin del mundo y entraron en barrena.
Y fue el turno de Alejandro, que parecía que venía a calmar las cosas, pero esa gente que estaba ya en barrena fue irrecuperable y ya se sabe, cuando estás metido en el pozo, todo es muy negro y de allí no sales sin ayuda. Tuve la impresión de ver un enorme castillo de naipes al que le iban sacando cartas de la parte más baja y que era cuestión de tiempo de que llegase la caída épica. Y no hablo de la de Elísabet, sino de la de algunas de sus lectoras.
Y estamos con Héctor. Qué decir de esta historia. Es lo más real que ha escrito. Así, sin medias tintas. Todas sus historias tienen sus cosas, pero por unas o por otras, todo tiene un halo casi mágico que las envolvía. Y esta historia lo que tiene es la cruda realidad bajo cada palabra. Una realidad que duele, que hace daño y que la hace mágica. ¿Y esto como influye en toda esa gente que ya estaba en el pozo? Que les ha venido un jarro de agua fría que les ha llegado al cuello. Que no saben gestionar los cambios y que no conciben que el tiempo pasa, las personas cambian y con ellas su forma de trabajar o ver las cosas y la vida.
¿Que ha cambiado? Por Dior, ¡SÍ! Si estas leyendo esto Elísabet, ¡GRACIAS! Gracias en mayúsculas y negrita. Gracias por cambiar. Gracias por historias nuevas y diferentes. Gracias por no repetir siempre la misma fórmula que te hizo grande. Gracias por contar nuevas historias, porque todas son maravillosas, pero a mí me has llegado. Me has tocado hondo. Y como yo, muchas chicas se habrán sentido identificadas en alguna de tus novelas y por eso es bueno cambiar. Porque no todas somos iguales, no todas tenemos los mismos sentimientos y tampoco hemos vivido lo mismo. Gracias por darnos a todas al oportunidad de brillar entre las páginas de tus historias.
Y para todas aquellas personas que juzgan su trabajo... Venga, valientes. Sentaros frente al ordenador, con una hoja en blanco. Dedicad meses y meses a una historia, a unos personajes, a unos sentimientos, a algo que os encante. Cuando lo tengáis listo, publicadlo con todo vuestro cariño, para que otras personas lo disfruten y cuando aparezca la primera persona que diga que es una mierda, volved, por favor y me contáis que tal sienta que alguien eche por tierra vuestro trabajo, vuestra pasión y que se crea, encima, con derecho a ello.
Si no os gusta, ¡no leáis!, nadie os obliga. Es que no entiendo eso de "me ha decepcionado, pero me leeré lo próximo que saque porque aún confío en ella..." ¿De verdad? Olvidad vuestras expectativas, id con la mente en blanco y disfrutad, sobre todo disfrutad. Y si no lo hacéis, pues a otra cosa. Tan fácil como eso. ¿Dónde tenéis la recompensa en hacer una valoración tan pésima? En toda mi vida solo hablé mal de un libro y porque se lo merecía por tratar temas de violación como si hablase de olvidarse de sacar la basura. ¿Leí algo más de esa autora? No. ¿Es el único libro que no me ha gustado? Tampoco. Pero es que si no me gusta, no lo termino, paso a otra cosa y por supuesto que no voy a dejar mi frustración a diestro y siniestro para hacerme la "guay" porque ahora todo el mundo está con lo mismo.
Me pensé muchísimo si escribir esta entrada o no, porque sé que va a calentar mucho a muchas personas y ha llegado un punto en el que me da igual. Porque ellas me han calentado a mí sin pensar en las consecuencias, y aquí están. Las opiniones pueden crear controversia y ofender a otras personas. A lo mejor deberíamos pararnos a pensar un poco más antes de ponernos a escribir.
Y para finalizar os quiero dejar una pequeña frase, a modo de reflexión, algo que mi madre, por suerte, me dejó bien claro desde que era niña: "Si no tienes nada agradable que decir, mejor no digas nada".



P.S. He leído por ahí que el final de La magia de ser nosotros es simple... ¿Hola? ¿Tú te has leído el epílogo? ¿O es que yo lo he soñado todo? Porque de verdad, no te entiendo...