viernes, 8 de septiembre de 2017

Dos estrellas

Ella puede decir que desde hace unos años ha ido viviendo pérdidas muy importantes en su entorno familiar. Algunas fueron menos inesperadas que otras, pero todas ellas dolorosas. Se fueron dejando una sensación de vacío y oscuridad. Pensaba que nada podría superar ese dolor y esa sensación de pérdida, pero estaba muy equivocada, y la vida se lo demostró de la forma más difícil y cruel...
Ella y su marido y habían decidido aumentar la familia. Nunca quisieron tener un único hijo y pensaron que aquel era el momento justo. Tuvieron la maravillosa suerte de conseguirlo pronto. Estaban muy felices. Se les podía ver en la cara que aquello era de las cosas que más deseaban en el mundo... Compartieron la noticia con familiares y amigos cercanos, todos disfrutaron con su alegría y fueron unos meses de felicidad absoluta. Pero a veces la vida es muy perra, y pone a las personas buenas a prueba una y otra vez...
Un día se levanta extraña, nota que algo no está bien. No hay ningún signo preocupante que le haga estar en guardia, pero sin saber exáctamente por qué tiene la certeza de que algo no va como debería.
Quiere ser fuerte y no tener miedo, porque algo dentro de ella le está gritando lo que viene a continuación. Con ese miedo y esa sensación se va a urgencias y allí le confirman sus peores pesadillas.
Algo no ha ido bien...
Ella lo intuía, pese a que su cuerpo se negaba a dejarlo ir y continuaba protegiendo un saco vacío como si dentro estuviera lo más valioso del mundo... Y una vez lo estuvo, sí. Pero ya no...
Fue fuerte en consulta, intentó ser fuerte mientras daba la noticia a la otra mitad de aquella felicidad, fingió ser fuerte con los demás, aunque fracasó estrepitosamente...
Cuando se quedó sola, en aquella habitación de hospital dejó que todas sus emociones y sentimientos salieran a la luz. Donde nadie podía verla, donde podía permitirse ser débil. Se prometió a sí misma que una vez que pusiera un pie fuera de aquel lugar no volvería a caer, que sería fuerte y miraría con valor hacia adelante.
Que fácil fue engañarse a sí misma, porque cuando salió de allí, cuatro días después llevaba un peso más sobre sus hombros. No salía de allí sin un pedacito de su vida, sino sin dos. Y no fue fácil volver a ser la misma. De hecho, cuando nadie la ve, todavía se permite caer un poco y deja salir las lágrimas que esconde ante los demás.
Sabe que la vida sigue, que seguro que algo mejor vendrá, pero siempre tendrá presentes a esas dos pequeñas estrellas que tiene en el cielo, porque alguna vez, fueron parte de ella...